Dos cuerpo;el suyo invernal,magullado,marcas de su enemigo el tiempo en su costado,los años habían pasado pero puede que en vano,pues seguía amando como aquella primera vez, a su primavera verde,bisoña,púbica&púdica, a su nácar sonrojado por la rudeza de sus manos.
Y Nicoletta,inexperta se entregaba al tiempo, a unas yemas que la amaban ,más le robaban décadas.Sabía que no era dueña de ella misma , que andaba fuera de sí; veía sus cuerpos en la perisferia de quién es alma, Y mientras se amaban a lo rosado de la mañana, ella,enajenada, se dejaba deleitar por la experiencia inherida de éste.
Caricias condenadas, miradas vetadas, jadeos reprimidos, un juego castigado por los ojos ajenos, mas no lascivo.
Y así quedaron las dos estaciones inexperiencia y sabiduría , “malabareando” las horas,ignorando los años, esquivando la impasividad e inclemencia de lo exquisito de lo que es fugaz&efímero...
Mientras sobrevivían arropados bajo el gélido mantón de su implacable enemigo ,el tiempo.
1 comentario:
Al que, pese a todo, derrotarían.
¡Miauu!
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